Mariana Lain

Primavera (2000)

En la galería BAT- Alberto Cornejo.

MADRID – MOSCÚ

La ultima vez que Mariana Laín nos enseñó sus pinturas fue en la edición de ARCO de 1999, en el stand de la misma galería, BAT -Alberto Cornejo, que ahora nos presenta esta nueva muestra individual. De aquella exposición recuerdo la madurez y seguridad alcanzada por Mariana en sus pinturas. Madurez y seguridad que junto a un más que certero instinto poético nos ofreció cuadros tan bellos e intensos como los titulados “De espaldas en la nieve” o “Patinando en el lago”. En la misma edición de ARCO'99 y en uno de esos paseos interminables, habría más bien que lIamarlos viajes, nos detuvimos junto al también pintor Sergio Sanz y el librero Manolo Gulliver en el stand de la galería alemana GMURZYNSKA. Conviene recordar a efectos de inventario la nomina de pintores y escultores que firmaban la obra expuesta: Robert y Sonia Delaunay, Deineka, Vera Mukhina, Pablo Picasso, David Shterenberg, Nikolai Suetin, Salomón Telingater, Joaquín Torres García y Joan Miró. También había, aunque no figurara en el catálogo dibujos y bocetos para carteles de mi siempre admirado Gustav Klucis.

Nuestra emoción, al menos la mía, fue de gran intensidad ¿Cómo olvidar la pequeña porcelana azul de Deineka? Un tanque soviético de la II Guerra Mundial con su correspondiente soldado tumbado sobre sus lomos. Además, la posibilidad de contemplar la obra de artistas como Suetin, Deineka, Klucis o Vera Mukhina es algo más que remota por estos pagos aunque es de justicia reconocer que algo de ellos hemos podido disfrutar en las espléndidas exposiciones que sobre las vanguardias históricas viene realizando el IVAM.

Fue el pintor Sergio Sanz quien con su reconocido buen ojo adivinó la cercanía y parentesco de la pintura de Mariana Laín con la de Alexander Alexandrovich Deineka (1899-1969). Esta similitud, estas identidades comunes y subterráneas, no son algo infrecuente en el universo de los pintores y sin embargo, sus causas, sus orígenes, no son fáciles de explicar. Contienen en su seno y por encima de todo, o mejor dicho, por debajo de todo, un misterio que se escapa a toda fecha y geografía y también a las conocidas cadenas de influencias formales que de manera rigurosa y ordenada nos enseñan los manuales de Historia del Arte. Este enigma se hace todavía mas evidente cuando como en el caso de Mariana se desconocía todo de la vida y obra de Deineka. En cualquier caso: ¿De donde viene esa luz nórdica, eslava, que ilumina alguna de las mejores pinturas de Mariana? o también, ¿Qué está ocurriendo en esa apacible y a la vez inquietante reunión de niños en un atardecer que anuncia la proximidad de la noche y sus pesadillas?, ¿Qué barcos espera ese hombre del que desconocemos todo, de espaldas y mirando al mar? o ¿Qué sentido pueden tener los ejercicios de esos atletas solitarios, a veces fragmentados, que tanto nos recuerdan a otros similares pintados por Deineka en otro tiempo y lugar? No hay respuestas, la pintura, la buena pintura, siempre es un misterio y parafraseando a RAMÓN, un asombro.

Hace ya muchos años, si no recuerdo mal desde mediados de los 80, que conozco a Mariana Laín. Hemos compartido estudio, entrañable y siempre añorado Olid 4 Y también exposiciones colectivas como las organizadas en León y Valencia por la revista “EI canto de la tripulación”, He seguido de cerca todas y cada una de sus exposiciones individuales desde las primeras y heroicas de la Red de Arte Joven, bares y espacios similares nunca aptos para la exhibición de pinturas, a las más recientes y en condiciones ya apropiadas, como las celebradas en la galería Ynguanzo y en esta misma casa que ahora la acoge. Mariana Laín ha sudado la camiseta; ha recorrido un largo camino y en su esfuerzo ha ido depurando su pintura y su mirada hasta el punto necesario que requieren estas imágenes, tan frágiles a veces como un sueño de infancia que se resiste a ser olvidado y que sin embargo, se desdibuja sin remedio en nuestra memoria produciéndonos emociones encontradas que contienen a partes iguales tanto dolor como placer.

Epílogo:

Un día olvidado del mes de Diciembre de 1939 José Laín detiene sus pasos en el vestíbulo de la estación del metro moscovita “Maiakovskaia”. El motivo de su parada imprevista lo adivinamos siguiendo la dirección de su mirada. Está perplejo, no recuerda haber visto antes estos mosaicos monumentales que adornan el espacioso y concurrido vestíbulo. Los mira detenidamente durante algunos minutos y luego, le vemos acercarse a una cartela donde figuran el título y el nombre del autor de los mosaicos.

José Laín habla y lee ruso con facilidad. Lo aprendió durante su primer exilio en esta ciudad. De Noviembre de 1934 a Febrero de 1936. Será entonces cuando, gracias a la victoria del Frente Popular, puede regresar a Madrid y reemprender sus actividades como dirigente de la Juventudes Socialistas Unificadas. Luego llegó la guerra y José Laín la perdió. En último extremo pudo embarcar en ‘Le Havre’ en un buque de carga con bandera soviética, ¿el “Siberia”?, ¿el “María Uliánova”?, que cubría la línea con Leningrado. Desde aquí José Laín se trasladó a Moscú.

Ahora lee despacio el título de los mosaicos “Un día del País Soviético” y luego el nombre de su autor Alexander Alexandrovich Deineka. No lo olvidará y será frecuente oírle hablar de este artista en las largas reuniones celebradas en alguna de las habitaciones del Hotel Lux, calle Gorki número 10, con sus amigos y compatriotas el escultor Alberto Sánchez y los arquitectos Manuel Sánchez Arcas y Luis Lacasa.

Los días de José Laín en el país soviético fueron largos y como para casi todos sus compatriotas especialmente duros y amargos. Regresó a España en barco desde Ucrania en 1957 viviendo oscuramente de su trabajo de traductor de ruso para publicaciones y editoriales diversas. Cuando falleció en 1972 entre sus numerosos papeles dejó algunas muy interesantes monografías de artistas soviéticos editadas en Moscú por el Instituto de Lenguas Extranjeras. Entre ellas, como no, había una de Deineka, que ahora y de manera insistente Mariana Laín anda buscando. Estamos seguros de que la encontrará.

CARLOS GARCÍA-ALIX

Acuerdo, 1999

Dos hermanas, 1999

Lazo, 1999

María y Paca, 2000

Recuerdo, 1999

Reflexión, 2000

Torso verde, 2000

Vida, 1999