Mariana Lain

4º premio de pintura Todisa (2002)

Reales Alcázares (Córdoba).

Un premio concedido a un artista es siempre una forma, por parte de la sociedad, de reconocer la calidad personal del creador y a la vez una manera de señalar la importancia que representan los valores estéticos para la colectividad. Por un lado se recompensa al labor individual del galardonado y por otro se instituyen y se ponen en marcha públicamente los acicates para estimular a los demás artistas que aspiran asimismo a obtener igual distinción.

Los premios nunca caen en saco roto y jamás son inútiles. Su oportunidad es tan evidente que es obvio hacer el elogio de su concesión. La gran virtud de los premios, sobre todo cuando el que los recibe es un artista joven, es la de estar otorgados fuera de los circuitos de las galerías y las presiones del mercado artístico. La independencia y la categoría del jurado son siempre beneficiosas a los artistas aislados -Robinsones en su particular isla- o a los que representando una tendencia que pugna por imponerse o todavía no ha logrado el consenso definitivo que más tarde alcanzará, han realizado una obra digna de ser laureada.

En el caso de los Premios de Pintura que desde hace cuatro años concede TODISA es muy significativa la nómina de artistas que han obtenido el galardón. Todos ellos son pintores de primer orden dentro del último panorama artístico español. Representantes de las tendencias dominantes en la última década de siglo XX son, en la actualidad, los pintores que al principio del siglo XXI abren horizontes ya logrados y a la vez prometedores de la continuidad de un arte que brillantemente cuenta en España con una historia gloriosa.

Los ganadores de las sucesivas ediciones del Premio de Pintura TODISA han sido sucesivamente Xesús Vázquez (1999), Dis Berlin (2000), Gonzalo Sicre (2001) y, en la última edición, Alejandro Corujeira (2002). Todos ellos son pintores que, con su posición por encima de las dilatadas cuestiones figuración / abstracción y concepto / forma, tienen como común denominador el estar adscritos a un tipo de arte en el cual la materia cromática y la más aguda sensibilidad pictórica son dominantes. Pintores que pintan, son artistas cuya poética es el color y las formas más depuradas y decantadas por el tamiz de su personal manera de tratar la luz y el espacio del lienzo o del soporte pictórico.

Otro tanto sucede con los segundos premios concedidos en las sucesivas ediciones de TODISA: Juan Cuellar (1999), Joel Mestre (2000), Elena Asins (2001) y, por último, en este año, Pedro Morales Elipe (2002). Salvo en el caso de Elena Asins, un tanto aparte por su ascético rigor lineal en blanco y negro aunque siempre sensitiva y en hiperestésica tensión, todos los demás pertenecen al género de los que expresan, por medio de la pintura, un mundo plástico que va de lo metafísico a la realidad virtual y abstracta más acusada.

El primer premio 2002, Alejandro Corujeira, confirma la línea estética que ha marcado TODISA al convocar su certamen anual de pintura. Corujeira, argentino asentado en Madrid desde 1991, es un artista que cada vez más se afianza en el mundo pictórico de España. Especie de navegante solitario que surca en un archipiélago de sueños geométricos, de islas que flotan a la deriva, desgajadas de un territorio erizado de fortalezas y masivas construcciones, es un hacedor de cartografías ideales, de territorios apenas hollados y perdidos en amazónicas latitudes. Creador de formas y vacíos, de extensiones saturadas de color, sabe construir una atmósfera de tensión telúrica en la cual la introspección refleja un estado de alma “romántico” y de lírica efusión.

El segundo premio, concedido a Pedro Morales Elipe por el cuadro al óleo “Vida quieta”, es de por sí significativo. Artista que pertenece a la generación más joven de la pintura española actual, ha presentado una obra figurativa en la que la abstracción es esencial tanto por la composición como por el tratamiento de los objetos concretos representados. Capaz de extraer de la realidad circundante lo esencial, Morales, sin salirse de las reglas básicas del bodegón, crea, dentro del género, un cuadro que sólo un pintor moderno puede concebir y realizar. Pese a su juventud puede considerársele un pintor maduro digno de la distinción que se le ha concedido.

Los pintores que han obtenido la Mención del Premio de Pintura TODISA están acorde con el arte y la categoría de los dos premios antes mencionados. Sus obras ofrecen el variado abanico de sensibles personalidades afectas a lo pictórico. La obra plena de veladas sugerencias de Juan Correa, la álgida saturación atmosférica de Alberto José Reguera y la armoniosa abstracción geométrica de Eduardo Barco pertenecen a las distintas variantes de la abstracción lírica. Diferente es la inquietante narrativa y casi cinematográfica figuración de Mariana Laín, emparentada sin embargo con las obras anteriores por su sensorial sentido de la pintura.

Para concluir esta breve reseña del último certamen Premio de Pintura TODISA señalemos únicamente el papel que le corresponde dentro del concierto artístico actual de España. Es de elogiar que una empresa altamente especializada en soluciones logísticas y de distribución dedique su tiempo y atención a fomentar el arte más joven y último. Sería de desear que el rol o la función de mecenazgo de TODISA cundiese. Todos nos beneficiaríamos con el ejemplo de su generosidad y buen saber hacer.

ANTONIO BONET CORREA

Secreto en el lago, 2002